Hola me llamo Gregoria, y hoy quiero compartir una parte de mi recorrido. No porque haya sido sencillo, sino porque fue profundamente transformador. Y porque sé que muchas personas, como yo, han atravesado o están atravesando procesos similares, a menudo en silencio.
Soy madre de dos hijos, ambos adolescentes en ese entonces, una etapa en la que ellos también buscaban encontrarse y afirmarse en el mundo. En medio de ese proceso, yo atravesaba un divorcio profundamente doloroso que me dejó emocionalmente fragmentada. Cargaba con miedo, incertidumbre y una gran responsabilidad: sostener a mi familia y ser guía para mis hijos, aun cuando yo misma sentía que no tenía fuerzas.
Tomé una decisión que cambiaría nuestras vidas: emigrar. Dejé Venezuela, con mis hijos a mi lado, cruzando el Atlántico para empezar de nuevo en España. Dejaba atrás no solo a mi familia, mis amig@s, mis costumbres… todo lo familiar. Aunque sabía que era lo mejor, nadie te prepara emocionalmente para el impacto profundo de comenzar desde cero.
Los primeros meses fueron especialmente difíciles. Adaptarnos a una nueva cultura, a otro ritmo de vida, a lo desconocido… fue como volver a nacer, pero sin red de apoyo. Y en ese proceso, me caí. La tristeza me sobrepasó. Viví una etapa de depresión en la que me sentí sola, incomprendida y profundamente culpable.
Sin embargo, ese mismo dolor se convirtió en la puerta hacia un despertar interior. Comprendí que no podía seguir sobreviviendo sin mirar hacia dentro. Empecé un viaje de autoconocimiento. Me encontré con mi niña interior, con heridas antiguas que nunca habían sido escuchadas ni sanadas. Y entonces, decidí atenderlas. Abrazarlas. Validarlas. Y poco a poco, comencé a transformarme.
Aprendí a aceptarme, con todas mis sombras y luces. A amarme, no solo como madre, sino como mujer y como ser humano. Inicié un proceso de sanación integral que, aunque continúa, me ha llevado hoy a vivir con mayor paz, autenticidad y propósito.
Mis hijos no solo fueron testigos de mis caídas, sino también de cómo me levanté. Y creo que no hay mejor enseñanza que esa: mostrarles que es posible reconstruirse desde el amor propio y la conciencia.
Hoy, desde mi formación como ingeniera, terapeuta, maestra en Reiki y coach, acompaño a otras personas que también están atravesando transiciones profundas, migraciones externas e internas, procesos de duelo, búsqueda de sentido o sanación emocional. Porque si yo pude transformar el dolor en fuerza, tú también puedes.
Gracias por estar aquí. Esta soy yo. Y esta es la historia que me trajo hasta ti.
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