Sanar el alma es recordar quién eres

Hola soy Gregoria Casas Miranda: ingeniera de profesión, terapeuta del alma por destino, y madre de dos hijos que han sido mis grandes maestros de amor y coraje.

Durante más de quince años trabajé en la industria siderúrgica: un mundo preciso, exigente y lógico.
Pero bajo la estructura y el acero, mi alma susurraba otro camino.
Uno que había estado conmigo desde niña: sanar, acompañar, recordar.

Las grietas comenzaron a abrirse.
Mi matrimonio terminó.
Mi vida, tal como la conocía, se desarmó pieza por pieza.
Y en ese punto en que muchas cosas se caen… algo dentro de mí despertó.

Renuncié a mi trabajo.
Empaqué la vida.
Y emigré a España junto a mis dos hijos.

No sabía exactamente adónde iba.
Pero sí sabía hacia dónde me llamaban:
a mí misma.

Mi Despertar

En ese tránsito encontré una verdad que siempre había estado ahí:
mi alma no quería construir acero, quería construir conciencia.

Me formé como:

- Coach

- Maestra de Reiki

-Especialista en Programación Neurolingüística (PNL)

-Terapeuta Regresiva

-Practicante de Sabidurías Ancestrales y Chamanismo

Pero más que títulos, encontré algo mayor:
mis memorias.
Las que no se enseñan en un diploma, sino en el silencio del corazón.

Los lugares que me reconocieron

Mi camino espiritual ha estado tejido por lugares que no visité:
me recordaron.

  • Egipto, con su geometría sagrada, donde mi alma sintió hogar.
  • Machu Picchu, donde entendí el pulso vivo de la tierra.
  • Stonehenge, donde mis huesos reconocieron un antiguo círculo de poder.
  • Las pirámides del Sol y la Luna en México, que despertaron memorias antiguas de linaje.
  • El Monte Ararat en Armenia, donde sentí que una parte de mí siempre estuvo esperando regresar.

Cada uno fue un espejo.
Una puerta.
Un “recuerdo” disfrazado de viaje.

El Camino que me abrió el pecho

Y luego llegó el Camino de Santiago.

No lo caminé para encontrar respuestas;
las respuestas me encontraron a mí.

Cada paso fue un rezo silencioso.
Cada amanecer, una iniciación.
Cada tramo, un renacer.

Sentí la presencia antigua de los Templarios,
el llamado del peregrino,
y la certeza de que mi misión no era buscar luz…
sino ser puente para que otros la encuentren.

El Camino no me transformó.
Me devolvió a mi verdad.

“Los caminos que han transformado mi vida y enriquecido mi mirada terapéutica.”

Lo que creo profundamente

Creo que el alma recuerda lo que la mente olvida.
Creo en la sanación suave y profunda.
Creo en caminar al ritmo del corazón.
Creo en la guía espiritual que nos abraza cuando no vemos el rumbo.
Creo en la luz que cada persona trae, incluso cuando está escondida.
Y creo —con toda mi alma— que nadie llega a mi consulta por casualidad.

Mi propósito hoy

Acompaño a quienes necesitan recordar:
sus vidas, sus memorias, sus heridas, su fuerza, su origen.

A quienes están cansados de cargar lo que no es suyo.
A quienes buscan cerrar ciclos para abrir alas.
A quienes sienten el llamado de su alma y aún no comprenden el idioma.

Mi misión es ser puente, para que tú regreses a ti.

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